A veces cuando escribo
desnuda la noche se sostiene
en espera del recuento de las horas,
la lluvia me visita recelosa
y se apacigua el viento
tras la tormenta
que mueve la copa de los árboles.
Aparece una estrella en el poniente
con destellos blanco azul rojo ámbar
que refleja con probidad en el paisaje
la belleza del Edén perdido,
las piedras, los charcos y el farol
de las calles citadinas de un pueblo
que quedó atrás
en un sendero polvoriento del camino.
A veces cuando escribo
la vaina en la rama del guamúchil
de pronto cae, canta el jilguero,
me acaricia la ilusión
y la voz
se desune de ambigüedades
para nombrar por su nombre a las estrellas,
al amor y a la vida;
es entonces que liberada la cordura
corre y juega como niño,
es entonces que renace la esperanza
en las ortigas del campo y en los días
negados de mi edad
que como hormigas acarreaban desacierto
a las veredas
y al afluente sin remanso de mi sino,
es entonces que la palabra y la dicción
vuelven a brotar
y el frio
que por tantos años me abrazó, duerme,
y en su sueño sueña con olvido.
Autor…reh