Puede fallarme la radio en la mañana,
los huevos rotos, la naranjada, la sonrisa,
un te quiero atrapado en tu profilaxis matutina,
pero nunca la cafetera.
Curioso abuso que confiscó a mi italiana,
pervertida hoy
en un práctico portarretratos de tí entera,
que alabo con añoro en mis trasiegos taciturnos.
Destilación por arrastre de vapor.
Objeto de culto cotidiano,
necesidad imperiosa en tus ojeras,
el aroma que me acuna
cuando navego por tu boca.
La rabia que te alza después de nuestro encuentro,
la gracia del impuesto de otro choque adormidero.
Así te recuerdo, pizpireta,
entre las aguas negras del café
y la blanca leche de tu almendra.