Cumbres nevadas
se ofrecen, a lo lejos,
con su belleza.
Yo sé su nombre,
recuerdo los senderos
y hasta sus cimas.
Se encoge el alma
y añora otros momentos
que ya han pasado.
Días de invierno,
luchando con la nieve
tras otros pasos.
Sufriendo fríos,
lloviznas y chubascos
con ventoladas.
Temblaba el cuerpo,
el alma se ensanchaba.
yo era feliz.
Éramos jóvenes,
amábamos la vida
y la montaña.
¡Cuántos momentos
conservo en la retina.
inolvidables!
A veces vuelven,
despiertan sensaciones
que me estremecen.
Quiero volver,
ansío tus caricias,
blanca montaña.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/02/23