Ben-.

¡Tonterías!-.

Ocurre que hay lirios en todas las puertas

y sombras negativas que arañan desde abajo

orinan los latidos que un corazón amansa

y en su carpeta ruidosa la llave persiste amaestrada.

Sucede que hay sombras en los zaguanes de todas las

puertas, y en los calcetines mojados, en las despensas.

Yo voy cantando la sangre, corrida y frenética, que encauza

mis vestigios a través de la ceniza, un cenicero puede ser

a estas alturas, un modelo de ejemplaridad ética.

Yo sangro por las heridas sin costuras, grito a los labios,

e impido las lascivias de los otros; soy terrible cuando me pongo

a orinar sobre las maderas adolescentes y tiernas.

Ocurre que mi cara se debilita, y clamo al cielo por una nueva,

donde colgar mis exilios, donde aplazar mi silencio.

Entre toques de manzanas, abiertas semillas, va mi nombre

cuadrúpedo y asintomático, vestigios de oro calzones dorados.

Estas alamedas ya no lloran lo suficiente.©