Sol noctámbulo
Enclaustrado en el mediodía
La lluvia perece sobre tú manto ajardinado
Con el placton en el cielo de tú esperanza
¡fuiste tú!
Quién decidió ser noble
Ante el mundo de las envidias
Mientras las copas de los árboles
Se regían por tú don
Y se hundían, en la maleza
Hoy sé que tú renuncia fue sincera
Atávico placer de la era nocturna
Un mundo perdido
Ante la luz de tú bella mirada
Un vil destino
Un encuentro inesperado
Que supino, en su menester, te aconsejaba
Y creías ser grande
Muy grande
Y cuando lució tú pequeñez
Llorabas
Obcecada
Relumbra la ocasión
De tenerte sostenida
Otra vez
Sobre mis brazos
La vida, en unidad
entretanto me sosiega
En su andar de vigilia
y sentir despacio
En su redil de interferencia
En el dictamen que consagra su espacio
Pliega los puntos cardinales de tú corazón
Porque atesora el desdén
Que proviene de las alturas
Cómo migas de pan mal repartidas
Sobre la celulosa de tús recuerdos
Cómo la infancia perdida e irrecuperable
Cómo en el juego en el que siempre pierde alguien
Contrae el alma siniestrada
Por el pábulo incierto de tú ser
Confirma la rabia de tús allegados
Al verme más cerca del amor
Con soltura
Entregado
Y en buena hora...
Crecer
Un amor de bandera
Cantarín por donde quiera que vaya
Sustento de la pericia y la paciencia
Que se deja ver
cruzando los caminos
Que no me han prohibido
Por falta de pasión