La felicidad que causas en mi espíritu es fruto de tu sencillez. Llegué a adorarte de tal manera que las palabras ya no me alcanzan para expresarte mi sentir. Estoy desesperado, desesperado porque estas palabras que me faltan, las deseo transformar en actos, y estoy lejos de ti que no puedo siquiera tocarte. Me desespero por no poder mirarte a los ojos y clavar mi vista en ti. El tiempo avanza y llama, me dice que me calme, él está haciendo su labor, su trabajo es continuo y exacto. ¿Por qué hacer del tiempo nuestro enemigo? Si fue él mismo que nos puso en el camino. Tratemos de entenderlo, no conocemos todos sus secretos, ni sus designios, es todo un misterio. Haré del tiempo mi amigo, le pediré que me ayude. Así podré tener más horas contigo, mi amor, más minutos a tu lado, y más segundos en tu corazón, y más momentos eternos que sólo duran un día, y más instantes que duran igual que un siglo.