Ascendiendo la oblicua luz de la mañana
recorro las alegres calles a mi antojo.
Noto que alguien puso valses entre las ramas
y las glicinas danzan…, seguro fue un loco.
Mansos jacarandaes de azules sonrisas
en la cuna del viento se dejan mecer,
y cubriendo el paso de florida mantilla
tejieron trozos de cielo bajo mis pies.
Algún loco quizás salpicó purpurina
en el negruzco plumaje con gran donaire,
y jugando nuevos juegos las golondrinas
dejan flotando nuevos brillos en el aire.
El universo sonríe, parece absurdo.
Albas nubes descuelgan guirnaldas de sol.
Todo júbilo, todo esplendor, si hasta el musgo
de los bancos tiene la frescura de Dios.
Exultante la arboleda inclina sus ramas
y en su afán de saludar exhalan sonrisas.
Bella es la locura que el amor nos alcanza
consagrando la vida en sus manos de brisa.
Suave romanza sobre la faz de la tierra
recrea un canto con un nombre en cada nota,
aquel que en un murmullo tus labios me dieran
y con locura de amor aún besa mi boca.