En la cima de la montaña
trasciendo la melancolía,
y procuro santa alegría
en mi solitaria cabaña;
donde se fortalece el alma
y se comparte agua de vida,
sabiduría compartida
entre la nostalgia y la calma;
irradiar la dulce ternura,
a través de mi corazón,
de ese genio y de esa locura
que nos regala franco amor,
donde sin complejos ni dudas,
nos alienta un nuevo fulgor...