Alli estaba yo, sentado confuso, lleno de espacios vacios y silencios deserticos. Todo estaba quieto. El horizonte casi oscuro se perdia en mi mirada mientras la poca luz se agotaba en mis retinas, la soledad viajaba desde un lejano existir fuera de mi cuerpo. Cada minuto iba y venia, mientras mis latidos descansaban en algun ricon del alma. De pronto, mi mano en la pluma se precipita al vacío. Mis entrañas se hunden en tinta. Todo se llena de formas y me convierto en algo nunca imaginado; una minuscula gota de tinta... sangrando en un espacio en blanco.