Bendito el verso que se alza
En la mañana de mis musas
Y entrega magia al folio
Sin escatimar belleza
Haciendo eco de la infinita
Generosidad de Dios
Que con un beso de tinta vuelve oro
cada letra
Y amor cada indicio de odio
Pacientemente espera la vendimia el poeta
Y esculpe con cenizas de un fuego pasado
Vasijas que contengan el nectar preciado
Del que la melifera abeja presume
A lo lejos, los humos de Alejandría
Que son víspera y desembocadura
De la excelsa escultura que en mi escritura se erige