Te acercaste suave por entre mi pelo,
tus dedos atraían a mis hombros
cálidos, delicados, casi imperceptibles
como pétalos de rosas a la brisa.
Paseaban lentamente por mis brazos
y a las caricias siguieron lisonjas de besos
lentos, mudos, áureos… peregrinos
en las curvas de mi cuerpo.
Sin palabras, deseaba te marcharas
pero mi alma, entrelazada a la tuya,
se aferraba a tu sórdida cruz.
Como a la roja amapola el cálido trigo
tu amor me envolvía, casi sin querer
en aquella sensualidad frÁGIL tan tuya…
Entre mis escombros, dudo de tu sed
y oprimen mi pecho todas esas brozas
del que, aún callado, sabe la respuesta.
(PrOblEMAS DE UN desAMOR inMORTAL)