Aquél mes de marzo que no se escapa
de aquél año que no se olvida
de aquél día soleado con fuerte ventisca, de palmeras y flores fucsias o quizás moradas...
Colgados de venus, cuál marionetas de Afrodita éramos, precipitamos a erupcionar como Pompeya, colocados, inmaculados por la flor que Dios sembró en nuestro jardín...
incineramos la moral.