robertojuan

MI CARA CONTRA LA GRAMA

MI CARA CONTRA LA GRAMA

 

Vivo con la costumbre de la gente de raza,

al correr por mi sangre su saber y dolor

enfrentado a victorias, frustración que si abraza

al sentir los aromas, y del sol su calor.

 

Y la aurora despierta con su mágica bruma

al traer los recuerdos de la bella alborada

que en mi tierra florece con fulgor de la espuma 

con encanto del sueño de mujer tan amada.

 

El vivir de mis días, con la sombra naciente

que florecen mis sueños, con el alma encendida

del hermano del alba, con la cara al naciente

sol, mi vida está en calma   con la noche prendida.

 

Recogiendo su cuerpo, como el cáliz la flor,

abrigando su seno de tesoro escondido

los estambres protegen, los pistilos de amor

y los pétalos cubren el amor pretendido.

 

Mis abrazos tapados, es justicia obligada,

adquirir mis sentidos verdaderos y honestos

configura al amigo, la postura avalada

en lo fiel y con honra, de momentos dispuestos.

 

Por tu anhelo en riquezas, la paciencia lo impone,

el amor de mis días, lo que quiero y pretendo

al amigo fraterno, comprensión me supone

la alegría en el trato, que, en unión, es creciendo.

 

De nobleza sincera, mis ancestros transmiten

la verdad en mis actos.  Siempre fueron llevados

sin dudar de mis hechos, y en la sangre repiten

con honores y glorias, sin orgullos manchados.

 

Del rencor no hago el uso, quiero, más a nadie odio,

igualdad lo que pido.   Equivalente justicia

recibir lo que entrego, que mi cuerpo es custodio

de verdad contratada por la dura milicia.

 

Al doler la sentencia de matar la verdad,

mi cuerpo inerte queda por cruda realidad

ante bocas falaces que no creen la equidad,

con firmeza amparada defendiendo unidad.

 

Mi sentir ya se ha muerto   por los mares de brumas

sosegado e inflexible sin dejar de querer,

acoger los halagos de los rayos de luna,

recibir las caricias, de una bella mujer.

 

 Una vez, un abrazo, ¿será otra un te quiero?

¿o alguna vez un beso con toda la ilusión?

por los labios yacentes, esperando el sendero

de una vida, que lleve con el fin la emoción.

 

 

Roberto J. Martín