Absolutamente “no”
porque así me lo recalcaron.
Perdido en medio del vendaval
el fruto del vencimiento se asoma
y mi mano se muestra hostil,
con ganas de partir el mundo en dos
No siempre lloro porque las lágrimas
no son bisturís que me ayuden a sembrar
la equidad y la concordia;
no he podido decir “sí” cuando ellos
decían “no”, siempre “no”… Con daño
de gatos bohemios y águilas abatidos…
Y es que cuando la inmensa mayoría niega
yo intento arrojar malestares de simpatía
y dogmatizar con los hechos y el corazón.