Sí, de niño tuve pavor, lo acepto
De pagar mis pecados en su fuego
De rendir cuentas de mi malvado ego
El vulgo me hizo creer que era su adepto
Más de joven, hallarlo fue un precepto
Lo busqué en todo rumbo sin sosiego
Terminar con su mito era mi juego
Pero acabé de cazador inepto
Hoy sé que deambula por todos lados
Que se camufla con cualquier careta
Y que conquista diariamente aliados
Hoy sé que confundirnos es su meta
Que enmascara de gracia los pecados
Y hacernos creer que no existe es su treta