Cuídate de mí,
deseo retoñar en el jardín de tu pecho,
para disfrutar del milagro,
de germinar en tus senos,
adherido a tu cuerpo,
como el náufrago a su tabla,
en medio del océano insondable.
Cuídate de mí,
deseo renacer en la eternidad de tu mirada,
colmado de tu luz,
para captar la sutileza del arcoíris,
que nace de tu Venus,
hasta ocultarse en tu vientre,
donde me abandono y me entrego.
Te reconozco bajo la niebla espesa,
que produce mi anhelo,
mientras arañó la seda sutil del deseo,
que te cobija inocente,
en la oscuridad abisal,
de la pérfida noche.
Eres como lluvia ingenua,
musitando su canto,
acunando ternuras,
para esparcir en tu cuerpo,
enumerando los bellos,
de tu piel al desnudo.
Me cuido de ti,
cuando abrazas mi cuerpo,
liberando mi alma,
agitando el latido,
provocando clamores,
confirmando sospechas,
de mi entrega y ardores.