Pablo R.
DICOTOMIA
Hay días que te quiero
y otros,
en los que te odio irremediablemente...
Te quiero en los días de lluvia,
cuando las gotas
juegan a la rayuela
en los charcos
que se forman en la vereda
y la gente,
camina como dando saltitos
con sus paraguas de colores;
una especie de Mary Poppins
del paisaje suburbano.
Te quiero en la mañana
cuando esa canción desesperada suena en la radio
y veinte poemas de Neruda
yacen solitarios
junto a esa taza de café con crema
y dos de azúcar
que he preparado
en un intento de hacerte presente,
de tenerte aquí a mi lado.
Te quiero por la tarde,
justo cuando el sol
da su último suspiro
al perderse entre los montes
entre mil tonalidades de rojo
y las primeras estrellas,
tímidas,
parpadean en el terciopelo negro,
preludio de la reina de la noche,
esa, que selene y atrevida,
ha robado el color de tu piel
para pintar su celeste cuerpo.
Hay días que te quiero,
como nadie habrá de quererte,
salvo los domingos,
que te odio irremediablemente,
hasta el otro día temprano,
donde vuelvo a verte.
-. PaR
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08022023