Te arriesgas siempre a vivir a cada instante,
en busca de inciertos caminos,
que no sabes si son dañinos
o una oportunidad significante.
Te atreves a perder el cielo conquistado
sin justificar el sentido de tu acción
sin plan de vuelo elaborado
ausente de destreza y dirección.
Te atreves a vivir el plácido momento
sin temores ni prevenciones;
te arriesgas en busca del tormento
o de saciar tus emociones.
Te enfrentas con tus acciones
a dos opciones:
el sendero de la soledad
o el camino de la felicidad.