Existe un río seco, en donde las personas no pueden sacar agua,
Existe un pozo muy hondo en donde la gente jamás habla,
Hay largas filas, pero el ruido es nulo,
Los pájaros no cantan, el grillo no llora y los pasos no se escuchan,
La gente se mueve con un lazo en sus ombligos que los obligan a estar atados,
El lazo no es con cualquiera, el lazo es de sangre, pero sin importar cuan cerca estén,
No se emite ni un susurro,
Yo soy el niño travieso, que corre, brinca, espanta a las aves,
Mi madre me jala desde el largo hilo que sale de su ombligo,
No me habla, pero dice que no haga ruido,
Cuando más cerca estamos el pozo y podemos recoger agua,
Me ha impedido acercarme, porque teme que me caiga,
Pero no entiendo porque tanto miedo, si en lo profundo se puede escuchar un ruido,
Existe algo que la oscuridad del pozo no permite que lo vean nuestros ojos,
Algo que ruje y hace un estrepitoso murmullo,
Le he preguntado a mi madre si algún monstruo vive debajo,
Y ella con los ojos me ha respondido,
Me acerque tanto al pozo, que he caído,
Colgaba de ese lazo de ombligo, mientras mi boca se abría,
Pero mi garganta no emitía ni un sonido,
Ahí en las tinieblas habitaba un monstruo,
Pude verlo, entre el agua, nadaba y tenía miles de bocas en vez de ojos,
Sediento de sangre, me robo la voz y me rasguño el rostro,
Cuando mi madre logro subirme, llorando entre señas me dijo: no trates de hablar hijo mío ahora eres mudo.