Si pudiese volver a tenerte
entre mis brazos,
renacería
en mí la esperanza.
Hoy cumples años.
¡Cuánto tiempo ha pasado
desde el día que nos conocimos!
Muchos... Pero al destino hay que aceptarlo
tal cual como la vida
nos lo depara.
Y pensar que estuvimos a punto
de unir nuestras vidas...
Pero no pudo ser.
Y una culpa quedó clavada
en mi corazón.
La culpa de no aceptar
ciertas reglas de la vida,
del destino, de la gente,
de tu madre.
No quise ser un dominado.
Decidí lo que decidí.
Alejarme. Mintiéndote.
Poniendo un pretexto
por orgullo. Por indecisión.
Pero yo te amaba.
Pasó que no quería aceptar
la realidad de lo real.
Trasladarme. Dejar mi ciudad.
Mi madre. Dejarla...
Qué estúpido fui.
Me quedé con el alma vacía.
Con cargos. Con dolor.
Con la angustia de no poder recuperarte.
Nos dimos el adiós para siempre.
Y tú después, te casaste.
Con ese otro.
Me mandaron de intermediario
a ese hombre. Tu suegro.
A hacerme firmar un documento.
en el cual yo te transfería
todo lo que yo había adquirido
con tanto esfuerzo.
Me dijiste que era por los años
perdidos. ¿Y los míos?
¿Debemos decir que perdimos tiempo
cuando realmente nos amábamos?
Tomé la decisión de separarnos
porque no aceptaba
dejar mi ciudad. Mis gentes.
Cómo perdí tanto en lo material
al haber aceptado con una firma
en \"regalarte todo por tu tiempo perdido\"
No sé por qué estoy recordando
esto después de tantos años...
¿Será por mi soledad?
¿Por mi angustia?
¿Por no poder lograr
mis ideales, mis sueños?
No lo sé.
Sólo sé que hoy siento
mucha pena. Mucha bronca por
algo que no pudo concretarse.
Nuestro amor. Nuestra unión.
Estás con otro. Y yo... solo.
Con esperanzas y con derrotas internas.
Tratando de amar y ser amado.
Pero a veces, es tan difícil
encontrar el verdadero amor.
Y yo tengo tanto para dar.
Me siento solo. Solo y angustiado.
Pero tengo fe que llegará
la luz del Señor, y que mi vida
cambiará. No se puede estar
solo en la vida. Paz... quiero paz.
Confiar en la gente, en mis semejantes.
En mis amigos, a los cuales
tanto necesito. Pero a veces, ellos
no me tienen en cuenta.
Me olvidan. Y también por ello
me siento culpable.
Culpable de presencias, de amor,
de triunfos.
¡Ayúdame Señor!
Tú que desde allá arriba
todo miras, todo observas...
acompáñame a encontrar la dicha perdida.
Acompáñanos Señor.
Dame fuerzas para aceptar todo esto.
En ti confío mi Dios.
¡Cuánto todos debemos amarte!
Me sujeto al Rosario,
y rezo. Padre... te pido por nosotros,
el mundo todo. Amor y paz.
¡Y tantas otras cosas!...
No puedo más... ¡Adelante!
¡Con Fe! ¡Con fe! me digo...
Debo continuar, aceptar.
Estoy seguro que Dios
y mis semejantes me ayudarán.
En ellos confío.
Derechos reservados de autor.
24-5-2012.