Mi amor duele.
El amor que siento por mi amor, duele.
Y no duele un día, una hora, un segundo.
Duele todos los días, todas las horas, todos los segundos.
Duele el miedo que siento cuando le agarro de la mano en medio de una multitud.
Duele la mirada que le doy, buscando aprobación para un beso furtivo.
Mi amor duele, el amor que siento por mi amor, duele.
Y duele más ahora.
Al pensar en lo que nos puede esperar en este país.
Después de todo, no todos son como mis amigos, ni como mi familia, que entienden lo mucho que puede doler este amor que siento.
Y no busco que sean como ellos.
Solo me gustaría que vean lo que duele el quererle abrazar sin miedo, sin tener que esperar a regresar a casa y refugiarnos.
Que vean lo mucho que duelen, las miradas recibidas en el vagón del metro solo por contemplarla con amor en los ojos, un amor que duele.
Mi amor duele, pero mi amor es fuerte.
O al menos es lo que me digo cuando le miro.
Duele mi amor, duele.
Duelen las Iágrimas de ira y duelen las lágrimas de miedo.
Duelen los dedos entrelazados y el pequeño espacio que dejamos al andar.
Con miedo y dolor.
Duele mirarla y pensar, que nuestro amor que duele, no es tomado en serio.
Que nuestro amor que siente miedo, ira e impotencia...
Que esto que escribo no es más que una exageración porque esas cosas no pasan, aquí todos aceptamos a todos (porque Dios es amor y su amor es para todos, y su amor no duele, y su amor no castiga y su amor es bueno, y su amor, amor, amor... Su amor no rechaza).
Además, esas cosas no las siente el amor, el amor no duele...
Aunque mi amor si.
Mi amor, nuestro amor que duele, que siente, que ama, es peligroso.
Que la felicidad que me genera, es proporcional al miedo.
Porque mientras más le amo, más miedo me da el mundo y más me duele.
Mi amor duele pero mi amor es mío, al igual que el dolor.
-Limoneyes