Suelo encontrarme en las noches sempiternas, en las que mis gritos mudos reinan el silencio...
No creo que sepas nunca el dolor y el amor que me costó dejarte ir;
Los eternos ocasos en que mi corazón veía por la ventana, esperando tu llegada antes de esconderse el sol...
Me consuela la fantasía de que quizá, algún día, el tiempo podría premiar a los de corazón roto;
O al menos dejar descansar nuestros latidos, dentro de una cajita de cristal, en el fondo de las tinieblas; aguardando el momento justo en que no sea una osadía salir...