No espero que algo te revele.
En todas las cosas tu aliento ha triunfado
y humedecido la piel, capa por capa.
Estás sobre el mundo como un día completo.
Estás en la lengua y en las entrañas.
Has arribado de noche por los postigos
abiertos
para espiar al viejo cadáver
tendido en su cama.
Te conozco bien, por cierto.
No tienes un nombre, siquiera un alias.
Células, poros, átomos y caras
obedecen ciegamente
el pasar de tu mole, de tus aplastantes senos
atropellando por norte o sur, este o oeste...
¡Aquí está el día! ¡Aquí la noche! -gritas,
y ese grito es un ronco bramido
en silencio...
Todo es devenir en tu corte.
No hay príncipe ni princesa,
Tu reinado es el solitario misterio
de una reina tirana, la canción improbable,
los dados, el azar, la perfección matemática.
Y con todo, la marea y el suceso
amarrados en la misma carne
de junturas, de remaches, la vida,
el embutido funesto de seres gritando
en los precipicios del tiempo.
Trampa y oscuridad ¡Luz radiante!
“Ser o no ser”, escribió el poeta.
Así y todo, le sobraban palabras.
Del libro ANTEVASTACIÓN, de Raúl Voltavayeros.