Con la tenue figura del ocaso
partí hacia un mundo extraordinario
dónde el sonar del viejo campanario
me protegió enérgico a contrapaso.
Con las lacerantes llagas del fracaso,
arremetí contra el desazón diario
del vagar, y errar comunitario,
gracias a un intercambio sin retraso.
Con la elasticidad de una pantera,
hice de mí, la oscuridad que brilla
resolviendo la espera. ¡Oh mensajera!
Por mil canales, se asomó la orilla,
y el destino de mi compañera
que rema plantando una semilla.
Cora