Esa paz en su mirada
sutilmente me sosiega
como brisa veraniega
en la noche desolada.
Y su voz enamorada
sigilosamente llega
y a mi corazón doblega
como luz de madrugada.
Con su paz me tranquiliza,
y disipa mis tristezas
como el viento a la ceniza
con detalles y ternezas;
y con su boca rojiza…
¡Ella es dulce cual cerezas!