Con la aurora te despierto
como tigre en el desierto,
que no pierde la ansiedad.
En amores tengo un huerto
y me nombran «el experto»
de la gran felicidad.
Siempre al ritmo de las violas
alemanas y españolas
vengan a besarme ya.
Porque no quiero ir a solas
por encimas de las olas
cuando el barco quieto está.
¡Ay amor de mis amores
aquí yo les traigo flores
con esencia del edén!
Son algunas de colores
donde caben las mejores
como eunuco en un harén.
Tu mirada me hace trizas
cuando de pronto me hechizas
y me robas la atención.
Y con señas me hipnotizas,
el cuerpo me paralizas
incendiando al corazón.
¡Oh perfecta señorita
ven conmigo a mi barquita
que está llena de ilusión!,
pues mi boca necesita
un beso de su boquita,
que sorprenda la pasión.
Sus ojos muy bien han visto,
que de amor ya no resisto
cuando me mira también;
por sus besos pues persisto
y le rezo a Jesucristo,
que no exista ni un desdén.
Cuando este hombre que le adora
bien le dice a usted señora:
—me derrito por su amor.
Es que junto con la aurora
muy a pecho se enamora,
venga y calme su dolor.
Samuel Dixon