En el País de las Maravillas, donde el tiempo corre sin piedad, Alicia se perdió en su vorágine sin poderlo remediar.
El conejo corre y corre, siempre con prisa y sin mirar, el gato sonríe sin cesar, y la reina rige con crueldad.
El tiempo fluye como un río, inexorable, sin compasión, y en cada latido de su tic-tac se desvanece la ilusión.
Alicia, en su inocencia, quiso retener cada instante, pero el tiempo le robó su juventud, sin esperanzas.
El Sombrerero y la Liebre de Marzo le hicieron ver que el tiempo es tirano, que cada minuto se escapa sin vuelta, dejando el presente en el pasado lejano.
La Reina Roja grita y ordena, \"Más rápido, más rápido aún\", y así se consume la vida sin lograr sentir la plenitud.
Pero en ese laberinto, Alicia encontró la verdad, que el tiempo no es más que un reflejo, y la vida es la realidad.
Con sabiduría y coraje, escapó de la prisión del tiempo, y en cada latido de su corazón halló la libertad y el momento.
Aprendió que la vida es fugaz, y cada minuto cuenta sin igual, que en las aventuras y desafíos se encuentra el tesoro más especial.
Así que en el País de las Maravillas, donde el tiempo siempre va sin pausa, Alicia aprendió a vivir con plenitud, cada instante que el reloj le otorga.