Transeúnte,
caminante solitario,
andariego fatigado,
un viajero que no llega a ningún lado.
Peregrino que retorna del pasado.
Me encontré tu pesada soledad...
derretida en el camino,
agotada de lidiar con tu amor inexistente,
de apariencia encantadora.
Te miré y no pude sostener esta nostalgia.
Me inundé de tus recuerdos en seguida.
Intente descubrir el porqué de tu abandono,
y me ganó esta ansiedad que abruma el alma.
No hubo más que un silencio espeluznante...
escapando de las garras del desprecio.
Caminante ermitaño,
coleccionista de tristezas,
que no busca compasión...
ni tampoco la embustera caridad que le regalas.
Quiero huir de este final artificial,
de esta artimaña,
y olvidarme de tu embrujo.
Renunciar a la caricia de tus manos,
y sepultar en mis sentidos…
el perfume seductor de tu ser envenenado,
y renacer a un nuevo día...
evitando tropezar otra vez con tus promesas.
Morderé mis labios si te encuentro en algún sueño…
para no sentir más nunca el dulzor de aquellos besos…
que me dabas con delirio.