Sin tu mirada atrayente,
en la premura del ocaso
se me condena al fracaso
y un final deprimente.
Sin ese brillo inminente
de tus ojos expresivos
seré como un reo cautivo
en la celda del olvido;
sin ti seré un resentido,
pero, luchador impenitente.
Porque el brillo de tus ojos,
cómo la luz de un diamante,
me hace poner de hinojos
para venerarte y contemplarte
hasta que pierda su fulgor
te amaré con toda pasión.