Desde pequeño le he temido al dolor, una simple inyección me hacía temblar hasta los pies. Conforme fui creciendo aquel temor fue disminuyendo y yo solo iba en busca de formas de provocarlo.
Sentir aquella sensación es satisfactorio tanto como ver algún moretón o marca en mi piel, me llena de tranquilidad y en paz conmigo mismo... pero aún temo sufrir dolor si no soy yo mismo quien lo provoca.