LA AUDACIA DE LA HUIDA BREVE
Persiguiendo mi sueño por senderos ocultos,
siguió sumisa la voz adolescente del amor maduro,
con la dignidad ahogada en el llanto de la mañana,
y derramada la cordura por los vertiginosos atajos.
El puente centinela, cómplice nos presta cobijo,
Involucrándose con su sombra indolente,
cobija la audacia del despliegue amoroso,
entre la tibia naturaleza verde.
Tu regazo y el mío unidos en su desnudez,
se arrullan en un instante, henchidos de plenitud,
la timidez se ausenta junto con los distintos miedos,
dejando nacer las notas de los suspiros vehementes.
Tus brazos afanosos cierran el paso a la soledad,
tus besos encarnados maquillan mi piel de rubor,
y tu voz húmeda me aleja del áspero desierto,
sometiéndose mi rebeldía a tu inexorable necesidad.
De pronto la senda escasa se ocupa sin avisar,
invadiendo nuestro recinto, un bullicioso transeúnte,
la fugitiva vergüenza retorna medrosa,
teniendo que poner fin a la deliciosa osadía.
Carmen