Me encontraba con ella como siempre a escondidas,
la llevaba todas partes como tatuaje en mi piel.
Me esperaba sin la ropa con la libido encendida
y molíamos la noche hasta el amanecer.
Con sus manos delicadas se hacía dueña de mi freno
para que no refrenara en la hoguera nuestro andar
y en todos esos días de este eterno desenfreno
al encendido fuego nos fuimos a entregar.
y quemábamos deseos y ardientes fantasías
recreábamos esfinges y también mil formas más
Ella en mí y yo en ella nos pasábamos los días,
no queríamos dejar de tocarnos nunca más.
Pero el amor que había se quemó en la calentura
nos enviciaron como locos esas horas de humedad.
Ella empotrada en mi universo y yo sujeto a su cintura
se nos quedó en el piso toda moralidad.
y fuimos solo amantes, esclavos del deseo
rodando en el infierno y en algún lugar demás
hasta que llego el día en que se agotó la llama
y quedamos tan vacíos, sin nada que cantar.