Antes de emprender vuelo, asegúrate antes de saber cómo aterrizar (Alejandro Díaz)
Un día me regalaron una tortuga
y como a los animales yo me entrego,
la llevé a mi casa con premura
para que se juntara con mi perro.
Si hay una especie que es tranquila,
no ha de ser otra que las tortugas,
nada que ver con la raza canina
que ladran y ladran haciendo bulla.
Una come legumbres y lechuga
el otro come carne y hasta huesos
y si el perro no se ha comido a la tortuga
debe ser por lo blindado que tiene el techo.
Pero ayer estaba el perro saciando su sed
bebía y bebía con desesperación
creo que estrenaba por primera vez
una taza hecha con caparazón.
No es conveniente tener en una habitación
una especie rabiosa y otra tranquila
habrá que tomar la decisión…
Una se vende y la otra se alquila.
Después de comerse a la tortuga
el perro quedó traumatizado
ahora lo que come son verduras
parece que se volvió vegetariano.
Compré entonces un chimpancé
para ver sus monerías a cada instante
y así disfrutar en mi vejez
las divertidas gracias del primate.
Perro y mono juntos estaban
y hasta chocaban panza con panza;
horas y horas juntos jugaban,
hasta que llegó el abuso de confianza.
Y el sinvergüenza perro siguió a su modo
con su vegetariana exquisitez,
pues sólo, se comió del mono
las dos “plantas” de sus pies.
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