Ahora que estoy liso
y recientemente abocado
las persianas golpeadas
trastornan los oídos
y perturban conglomerados
de naciones e himnos.
Ahora que mi espíritu
destila la agonía y un suceso
de primaveras trastoca el desacuerdo
de los sentidos, mientras en la ruinosa
fealdad, habita la luz con su dedo
persistente.
Veo sin embargo el transcurso
de lo dicho, la beldad de lo efímero,
la prosa exacta que me reivindica,
una luna de aguacero que me espera
en lo alto de un olivo.
Y estoy con manchas en las sienes,
y recetas en los labios, ignorando
lo habitado, como serpientes:
acumulo piedras en los bolsillos
dado lo oscuro del pantalón
y la mentira acogedora del salón.
Mi frente agolpa sucias madrigueras,
donde el rayo no nace, y las esquelas
llegan con cierto retraso musical.
Las banderas se izan a medio plazo,
yo insisto y purifico la manzana obligatoria,
los dedos se me llenan de un fragor de campanas
y de un verdor de aceite derramado.
Ahora que estoy en la cama
visitando las esquelas, los pupitres,
de mis ojos brotan
unas cuantas lágrimas.
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