Viendo Cupido que tu amor era deseado
por un sin fín de inquietos corazones
el niño alado tuvo mil razones
para pensar,lo que había pensado.
Se acercó a tu pecho sigilosamente
liberando ese amor tan codiciable
cual agua fluyendo inagotable
convirtiéndolo así en cristalina fuente.
Todo el mundo contemplaba la admirable
fuente ondosa, rica, clara, pura
queriendo beber de su dulzura
o bañarse en su agua saludable.
Aquí estoy yo, llena de fervor,
sed y pasión, suplicante
de rodillas, anhelante
por beber, un sorbo, de tu amor.