Medio siglo y un día
desde que aquella tarde
tu mirada y la mía
consiguieron besarse,
desde que tembloroso
pregunté si bailabas
y tus ojos dijeron
que podía abrazarte,
desde que entre mis manos
moldeé tu cintura
que tu voz melodiosa,
de infinita dulzura,
me elevó al paraíso
donde habitan las musas
que una música intensa
que salía del alma
me inspiró tal ternura
que volvió la esperanza
de encontrar ese sueño,
ese amor añorado
que a través de los siglos
aún seguía buscando.
Esos ojos de niña
limpios como la luna
ese aroma entrañable
a pureza y dulzura
esas manos soñadas
esos labios de grana
ese alma gemela
que por fin encontraba…
He nacido dos veces
Y si mil más naciera
cada parto seria
un sendero de estrellas
donde hallarte de nuevo
para hacer mano a mano
el camino infinito
hacia la vida eterna.