Mi vida ya pasó a la ruina,
y es un coche deslucido y deslavazado.
Se le agolpan los mosquitos
en la parte delantera, fluye su sangre,
con la que me encuentro cada día
y no sé qué hacer con ella.
Oigo hablar a otros de amor,
el mío es un más que probable mausoleo
en el que día a día toreo, sin encontrarle
encanto ni intermedio.
Pero les escucho, no vaya a ser
que la senectud me pillé desprevenido,
a mí, que tanto le debo al desengaño
y a la decepción-.
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