Estamos crujientes
trabados
dientes apretados
seño fruncido
fijos frente a la pantalla
que cuenta chismes
y horrores
de lugares que no habitamos
Es domingo
el portón está abierto
entra la Magdalena sin llamar
para pedirle a su vecino herrero
le suelde una tranca en la banderola,
porque el Pedrito se mete en la siesta
y le roba las golosinas de la alacena
Estamos tildados
laqueados
seriados
ojos enrojecidos
las córneas enfermas
de tanto admirarnos en el dispositivo
enamorados de la imagen filtrada que no somos
Piden permiso
los niños de enfrente para recoger las manzanas
y las peras
que caen polvorientas en la cuneta
cuidado con las hormigas rojas
las frutas maduras sirven para amansar los caballos
Estamos crocantes
endurecidos
espaldas encorvadas
desvelados
patinan lánguidos los dedos en el dispositivo
regalando likes
a los amigos desconocidos
que seguimos a ninguna parte
El Beto se divierte a las diez de la mañana
llamando a sus hijos por teléfono
cuenta las noticias del pueblo
pregunta cómo están los nietos
recibe bostezos
algunos monosílabos tiernos
a la tarde nos vemos
se ríe Beto
ya estamos todos despiertos