Un escorpión vanidoso
danzaba frente a su presa
quería dar la sorpresa
con su aguijón venenoso.
¡Y qué baile más pomposo,
con su movimiento expresa…
Hinca la daga a su presa,
con filo tan ventajoso!
Murió la presa al instante
y aquella daga clavada
con filo tan penetrante
y la punta envenenada
dejó una vida segada…
¿Y al asesino?… ¡Campante!
Quizá sea vergonzante
escribir alegorías…
¡Pero son de nuestros días!