Abierta tienes el alma, en carne viva,
desgarrada, sangrante y dolorida,
cansada de tus noches mal paridas,
muriendo en soledad a la deriva.
Necesitas relevo, amiga mía.
Necesitas cuartel que dé respiro.
Necesitas pulmón, coger suspiro,
para seguir viviendo en carestía.
Y se me parte el alma al escucharte,
historias ya sabidas y olvidadas,
quisiera como siempre acompañarte,
estarte a la altura deseada,
limitar la razón y el estandarte
y restarte la pena acumulada.