Disfruta de mi boca las dulces ambrosías
que traje de la Grecia, para deleitarte
y en medio de mordiscos llenarte
de besos con frescura de sandías.
Paséate por los labios delicados
tan rojos como la sangre de una herida
no se negarán al placer de tu mordida
y se entregarán a todos tus pecados...
Y la delicia y el gusto serán tantos
que se gozará el cuerpo entero
al sentir tus labios de exquisito calor.
Y al dios Eros, a quién rindo mil cantos,
daré gracias, si ese beso venidero
proviene de tu sensual boca de amor.