Todo me lo diste,
noche de silencios cadentes,
tendiendo sus alas,
sobre las abundantes soledades,
con su negro de gala,
en el tedio de sueños infinitos.
Me diste las ilusiones,
glosadas de tersas melodías,
palabras sublimes,
disfrazadas de espléndidos silencios,
como rosas de nieve,
perfumadas de secretos.
Recibí de ti,
los cielos taciturnos
lúgubres, henchidos de olvido,
anunciando sepulcros,
con sus cadavéricas nebulosas.
Obtuve de ti, esperanzas,
mudables en albas venturosas,
espumas crepitantes,
inagotables, fecundas, líricas,
como lluvias silbantes,
humectando las promesas
Todo me lo diste,
noche de inmensas torres,
y traslucidos cristales,
de recuerdos y leyendas,
incuestionables,
aun con los párpados cerrados,
has sido abundante encendiendo los astros,
inundándome de quimeras y revelaciones.
Floreces en estrellas luminosas,
aromáticas, de inciensos espirituales,
como ánfora de tempestades y constelaciones,
Me sumerges en tu esencia.
Me cautivas y condenas.
Me emancipas y liberas.