Ángel Alberto Cuesta Martín

TEMOR PEREGRINO

TEMOR PEREGRINO

 

Alguna tarde habré de esperar sereno,

aguardando paciente el arribo del carruaje

que agite mi corazón congelado y tierno

y que abriendo su portezuela me invite al viaje.

 

A cuantos estéis junto a mí con las manos en alto

aquél momento de mi eterna despedida,

poned en mis manos una lágrima por todo llanto,

aquella que se arranca del alma encendida.

 

Que se iluminen los cielos y mi calor peregrino

se abra en flor extendida hacia el infinito.

¡Oh, Dios!. Liberadme de este miedo que cultivo

 

y no es tanto a desaparecer devorado por tierra y frío,

como a que una vez que el viaje haya partido

sea olvidada mi ausencia, y vano mi paso peregrino.

 

Ángel Alberto Cuesta Martín.