¡¡EN LAS TARDES DORADAS DE INVIERNO!!
Va cayendo la tarde, ha bajado a los prados el cielo.
Va cayendo la lluvia infinita mojando las rosas
y los suelos desiertos y secos.
Hoy me embriaga una dulce tristeza
y las aguas me dan su consuelo.
Se ha perdido mi sed ya marchita,
en las tardes doradas de invierno.
La lluvia calmada acompaña,
mi soledad compañera
y sus gotas resbalan,
sobre la sombra de una alameda.
Resuena su canto en los patios,
como un salmo bendito del alma.
La lluvia se hace charco
en el vientre de los campos,
humedece lo amargo del árbol
y despierta a la espiga de su lento letargo.
Como cae la niebla en el alba
esconde la nieve el viajero,
perfumadas las rosas despiertan
a los ojos radiantes de fuego.
Hay una esperanza encendida
en el horizonte de los prados
y un sol de naranjas va cuajando la tarde.
Cuando el sol se levante de nuevo
y caliente los cuerpos de besos serán
migratorias las aves y caminos serán sus senderos.