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AÚN EN LA TRISTEZA Y EL DOLOR

 

AÚN EN LA TRISTEZA Y EL DOLOR

Dios siempre está presente, aún en los momentos más oscuros del alma. Más de una vez hemos vivido tiempos de profundo sufrimiento, ya sea por la muerte de un ser querido, de un familiar o amigos, conflictos sin resolver, enfermedades, relaciones interpersonales y muchas cosas más. 

Debe consolarnos el hecho de que Jesús entiende exactamente como te sientes, porque El lo vivió. Sus amigos lo dejaron solo en el Getsemaní y sus lágrimas eran como gotas de sangre. Ese dolor era tan profundo: miedo, la soledad, la ausencia y sin gente a su alrededor que lo ayudara a velar. Sus amigos se quedaron dormidos. 

El quedó solo y muchas veces nosotros nos quedaremos solos. Cuesta entenderlo, pero es necesario sentir la soledad para clamar la compañía divina, el abandono, para correr a los brazos de Cristo, el dolor y el sufrimiento para recibir el bálsamo Santo que nos cura las heridas del alma. Es en esos momentos cuando podemos ver la mano De Dios extendida y cuando entendemos por fin que Jesús nunca nos abandona, que El siempre sigue a nuestro lado a pesar de todo. 

Jesús se sintió solo antes de morir, pero algo glorioso sucedió, El resucitó y se levantó de los muertos. Esa es la fe que debemos mantener firme. Saber que El ahora está presente en nuestro interior con el Espíritu Santo, quien nos ayuda muchas veces con gemidos indecibles, el cual nos acerca al Padre, y quien nos recuerda que Jesús resucitó de los muertos y que ahora vive. 
Si estás pasando por pruebas y dificultades, alienta tu corazón y recuerda que Jesús te ama. El te librará de los lazos del cazador porque El tiene escrito tu nombre en el libro de la vida, solo debes poner tu confianza en El porque es fiel y verdadero. ¡Qué maravilloso es el don de la fe!