Las matemáticas siempre fueron fáciles,
los números nunca me hicieron llorar,
pero cuando se trata de amores imposibles,
mi corazón no sabe cómo operar.
Intenté sumar nuestras risas y besos,
restar las peleas y desencuentros,
multiplicar los momentos felices,
y dividir los momentos de lamentos.
Pero los cálculos no me ayudaron,
no pudieron resolver este problema,
porque el amor no es una ciencia exacta,
y el corazón no siempre sigue el esquema.
A pesar de los intentos y los métodos,
nunca pude encontrar la solución,
porque el amor no es una simple fórmula,
y cada pareja tiene su propia ecuación.
Ahora me encuentro aquí frustrado,
intentando olvidar el resultado de mi error,
deseando que las matemáticas hubieran podido ayudarme,
a comprender el algoritmo del amor.