Carlos Eduardo

Los ojos (M.D.)

 

estaban puestos en ti,

 

no sabía qué sucedería,

 

derramabas dulzura,

 

ganas de vivir,

 

aun sabiéndote los días contados,

 

la belleza de tu espíritu

iluminaba,

 

tus versos eran hermosas campanadas,

 

tres traviesas muchachas escribíais

igual,

 

más tu tenías el don de la poesía;

 

se podía oír tu sonrisa

 

tu voz un tanto carraspeada

 

tus labios infinitos,

 

las muecas a tu adorado amor

 

deseando el encuentro eterno

con mamá.