Mientras caía hacia el holocausto,
en el preludio particular de los que rehúsan al primer llamado,
y me arropaba un par de veces de astillo,
cerca o a lo lejos,
ameritaba una colisión de labios.
Para más alarma y por un camino errante,
mis ojos quedaban en la hoguera,
fluctuaba en mí un poco, “TU”, mi necesidad,
a veces de montañas altas y de puentes de cuerdas.
Opté por seguir amándote.
En mi rostro el sol giraba,
el día me abordaba pecando de ignorancia,
hacía calar una lucha de espera alternando el cielo,
mi sorpresa era tu mirar y al soplo se me antojaba
el peso del amante sabiéndolo al dedillo.