José Luis Barrientos León

Tus brazos

 

Los soñé, vibrantes, expresivos,

desbordando energía para levantarme de las caídas,

como brazos de fuego, nacidos del sol poniente,

como roca formidable, como sonrisa en las tinieblas.

Pero tus brazos, fueron capullos de mariposa,

abriendo sus dulces alas, seduciendo a los ángeles,

flotando en cielos pálidos, sobre jardines de ensueño.

 

Los soñé, hercúleos, impetuosos, colosales

abrazando la vida sin temor ni espanto,

venciendo las tinieblas como luz temible,

como montaña de fuego expulsando ímpetus.

Pero tus brazos fueron manantial y estrella,

asomando al mundo como luz del alma,

como boca tierna, como ruego al cielo,

suprimiendo el miedo en la noche trágica.

 

Los soñé, como voz vehemente, pasional, potente,

estrujando el pecho como mar violento,

cual campana sacra en abisal silencio.

Pero tus brazos fueron cual sedoso pétalo,

acariciando el alba con su aroma y besos,

renaciendo en latidos,

abrochando el alma a mi amor eterno.