Apaga el fuego
y deja que las brasas
se languidezcan.
En la ceniza
encuentra los rescoldos
y las vivencias.
Será difícil
sacar esos sabores
de los recuerdos.
Sabrán a poco;
a tierra calcinada
y de miseria.
Pero no temas,
la furia y la galerna
atrás quedaron.
Aquellos años
de lágrimas y llantos
no volverán.
Hoy, otras lágrimas,
se ven en las pupilas
de las personas.
Y es que el amor
se pide y se suplica
como estraperlo.
Porque se ama
de forma diferente
y es otra etapa.
¡Apaga el fuego
y cambia las pasiones
por el amor!
Y aquí sonrío,
quizás como aquel niño
que un día fui.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/02/23